El texto de la Rúbrica del 18 de marzo:
"Hace algún tiempo que alguien me decía que, cuando esta persona era más joven, era todo un acontecimiento ver a las niñas y no tan niñas jugar a fútbol. Se veía como algo extraordinario, fuera de lo común, como si el juego no fuera patrimonio de todos y todas las que lo quieren jugar.
Ahora, cada vez más, aquello que parecía extraordinario se está convirtiendo en normal, en habitual. Porque habitual es aquello que se acostumbra a ver o hacer, y normal es lo que se acepta dentro de la norma, como habitual. ¿Acaso no debería ser habitual y normal que si una niña o un niño quisiera jugar al fútbol o a cualquier otro deporte lo pudiera hacer? Lo es, cada vez más, ¿o no?
También debería ser normal, habitual que niños y niñas de todas las edades pudieran hacer algo que es necesario para su desarrollo físico y psicológico, debería ser normal que, los y las que somos los encargados de crear esas condiciones más o menos óptimas para los y las más jóvenes, permitiéramos que el juego, bien orientado y con el criterio suficiente, estuviera presente en el día a día (o al menos varias veces a la semana) para que jóvenes de todas las edades pudieran expresarse a través de una actividad física, un deporte bien llevado, por profesionales cualificados, y con las condiciones óptimas y, en esta época de pandemia que nos ha tocado vivir, seguras.
Debería ser una prioridad facilitar que niñas y niños de todas las edades puedan jugar, algo necesario para su desarrollo físico y psicológico (sobre todo). Eso sí, con criterio y con seguridad.
Algo que, en demasiados momentos de esta pandemia parecía extraordinario, el juego, debería de ser siempre normal (como se pueda) y habitual.
Por cierto, ¿qué mejor lugar para realizar una actividad física, deportiva, relacionada con el juego, que en un entorno de un club o entidad deportiva que vela porque se cumplan todas las medidas de seguridad? Parece coherente pensar que mejor un juego controlado, en época de pandemia, que otro que no. Porque el juego es necesario para el desarrollo físico y psicológico de los niños y las niñas de todas las edades.
Hagamos, entre todos y todas, que el juego, el deporte, sea algo habitual, normal, aún en tiempos de pandemia, como también hagamos entre todos y todas que el que las niñas o jóvenes jueguen al fútbol (o a otro deporte) sea algo normal, habitual, y no extraordinario.
Y es que a veces me surge esta pregunta: ¿Por qué aquello que debería ser normal lo convertimos en extraordinario?
Permitamos que ellas y ellos jueguen. Es necesario. Lo necesitan.
Un abrazo y seguimos en la brecha!"